martes, 22 de noviembre de 2011

Yetzer Hara (Mala Inclinación)

Blingee

Publicado por: Gustavo Alonso Morán (http://teshuvah6010.ning.com)

Una lucha interna constante

Cada instante en nuestra vida implica un desafío, una decisión entre dos caminos. Tenemos una lucha interna constante entre nuestro instinto de hacer el bien (Yetzer Hatov) y nuestro instinto de hacer el mal (Yetzer Hara). Esto permite al hombre ejercer su libre albedrío, ya que justamente implica que tenemos la capacidad de elegir entre el bien y el mal. Por otra parte, distintas influencias como ser los lugares a los que concurrimos, las cosas que miramos, las personas que frecuentamos, influyen en que nos inclinemos hacia un lado o hacia el otro. Estas circunstancias tienen el poder de oscurecernos el panorama (haciendo que la elección entre los dos caminos no sea tan clara) o de aclararlo, para así ayudarnos a tomar una mejor elección.

Entonces... ¿cuál es la verdadera función del Yetzer Hara?

Muchos dicen que éste se ocupa de tentarnos permanentemente para que elijamos el camino incorrecto; pero esta definición no es válida ya que, por ejemplo, ninguno de nosotros se encuentra tentado frente a la elección de matar o no matar: eso está claro para (casi) todos.

El Yetzer Hara espera a que nos introduzcamos en temas dudosos, donde la diferencia entre el bien y el mal no es tan clara. Es ahí cuando es instinto del mal nos incita a decidir a la ligera; y así llega nuestra equivocación: la visibilidad está confusa y hay alguien que nos dice: "¡dale, hacé esto, no pierdas más tiempo!". Es un instante en el que podemos decidir hacerle caso o seguir a nuestro buen instinto que nos dice que frenemos un poco para pensar, y luego decidir.

¿Cuán poderoso puede ser este instinto?

Nuestros sabios nos aclaran este tema, comparándolo con una venta: nuestro cliente nos ofrece pagarnos $600 en efectivo en este mismo instante, o el doble con un cheque a largo plazo. Por supuesto que monetariamente es diferente la elección porque uno puede necesitar la plata hoy sí o sí, pero cuando hablamos de placer ¿es preferible conformarnos con un poquito hoy o esperar un tiempo y lograr una felicidad que sobrepase a ese placer por miles y miles?

El Yetzer Hara es el ser más poderoso de la tierra y el que cae en sus manos no puede librarse. Tiene todas las armas necesarias para apoderarse de una persona y no soltarla nunca.

El Yetzer Hara se manifiesta no solo en las acciones que realizamos sino también en las cualidades que tenemos que finalmente nos llevan a realizarlas; como ser el enojo, la soberbia, no valorar lo nuestro, la tendencia a querer hablar mal del prójimo, etc.

Todas estas inclinaciones pueden ser contenidas a tiempo y reflexionando previo a la acción podemos evitar que estas malas inclinaciones se apoderen de nosotros. Veamos dos ejemplos:

EL ENOJO: la ira nos hace perder el control sobre nosotros mismos. ¿Cuál es el secreto para no ser presa de la ira? Nuestra tradición dice que el silencio anula la ira así como también el tono de voz bajo. Por lo tanto, cuando uno se encuentra en una situación que podría enfurecerlo, debe bajar su voz o mantenerse en silencio, porque levantar la voz en estado de ira, lo enfurecerá más aún, y por el contrario el silencio o el tono de voz bajo apaciguarán la ira.

En una situación tensa, nuestro mal instinto nos dice: "¡reacciona!". El secreto es contenerse un instante y comparar que es lo verdaderamente BUENO. Igualmente, el verdadero héroe es quien desde un principio no da la posibilidad a que una situación como ésta se genere.

LA SOBERBIA: esta también es una mala cualidad y uno de los motivos por los cuales hoy en día el Beit Hamikdash (el templo de Jerusalem) no está con nosotros.

Una persona hizo una fiesta en su casa y preparó una invitación para Kamtza, quien era muy amigo de él. El cartero se confundió y envió la carta a Bar Kamtza.

Bar Kamtza, jamás se hubiera imaginado haber sido invitado a esa fiesta, ya que no era muy afín al anfitrión. A pesar de ello, decidió ir, muy contento, y llevó la invitación con él. Al ingresar en la fiesta, el anfitrión se sorprendió al verlo, debido a que no lo esperaba en su fiesta, e intentó echarlo. Bar Kamtza le pidió por favor que no lo avergonzara, pero el anfitrión no le dio importancia y lo echó de su casa. Ningún invitado lo defendió. En consecuencia, Bar Kamtza decidió vengarse de todo el pueblo judío, para lo cual se dirigió a Roma. Allí habló con el César e inventó una mentira, argumentando que los judíos querían rebelarse en su contra.

Finalmente, se destruyó el Beit Hamikdash como consecuencia de este odio que reinaba entre los judíos.

Pero cabe hacernos una pregunta: ¿Por qué nuestros sabios dicen que por Kamtza y Bar Kamtza se destruyó el Beit Hamikdash? Es correcto decir que Bar Kamtza fue uno de los causantes de la destrucción, pero Kamtza ¿qué tuvo que ver en todo esto si lo único que hizo es callarse y no ir a la fiesta por no haber recibido la invitación? Justamente porque se calló. Por soberbia, no se animó a hablar con el anfitrión, su amigo, y preguntarle por qué no lo había invitado. Eso generó una pelea latente, un odio que quedó en su corazón. Por odio gratuito se destruyó el Beit Hamikdash.

En situaciones como esta, solemos comportarnos así sin pensar el rencor que estamos alimentando. Preferimos mantenernos callados, en una posición neutral, y pensamos que eso no tiene nada de malo. Es solo cuestión de ser humanos: comparar y elegir qué hacer.

¿Cómo hacer para dominar nuestras tentaciones?

En los casos que mencionamos hablamos del Yetzer Hara como la inclinación al mal, refiriéndonos a las tentaciones naturales que todo ser humano puede tener.

Pero ¿quién tiene la fuerza para doblegar sus tentaciones? Muchas veces, estas se nos presentan porque nosotros nos acercamos a ellas. Nosotros las fomentamos estando cerca del Yetzer hara. ¿Para qué estar cerca de él?

A veces nos preguntamos: ¿por qué se pone tanto énfasis en los detalles del cumplimiento de la Torá?

La respuesta está en que si uno no cuida el detalle, termina descuidando lo esencial también, en la medida en que le va restando importancia; es más fácil cuidarse de los detalles que de la tentación misma. Es mucho más fácil decirle a un ebrio que no entre al bar, que pedirle que no beba; el no acercarse al bar está mucho más cerca de él, que el abstenerse de beber.

El instinto perjudicial está en nosotros cuando nosotros le damos la posibilidad de actuar, detalles que muchas veces consideramos insignificantes pueden conducirnos a una situación riesgosa.

La clave para no equivocarnos es no meternos en situaciones dudosas; frente a una decisión tenemos que darnos un segundo para pensar, y así el panorama será mucho más claro.

¿Podemos rescatar algo positivo del Yetzer Hara?

Si bien es cierto que el Yetzer Hara nos distrae con una variedad de placeres momentáneos y nos hace pensar que en ellos está la felicidad, alejándonos de los placeres verdaderos; este enemigo que distorsiona todas las verdades de la vida en realidad es el más grande beneficio. ¿Por qué? Porque el objeto de vivir es ejercer el libre albedrío. D's no quiere obligar a los hombres a ser rectos, pues al hombre lo creo con la capacidad de elegir, de realizar por sus propios méritos la búsqueda de la verdad.

En general, los regalos no nos brindan la misma satisfacción que las cosas que conseguimos con esfuerzo, por nuestros propios medios.

La mayor felicidad que una persona puede tener es solucionar un conflicto mediante una buena elección, sabiendo que se podría haber equivocado.

Sin Yetzer Hara, no habría posibilidad de equivocarse, por lo que la felicidad sería mucho menor y también mucho menor nuestro mérito por lograrlo.

Esa lucha incesante entre Yetzer Hatov y Yetzer Hara, es justamente el desafío que nos permite crecer día a día y superar los obstáculos que se nos presentan.

Shalom a todos los que leen esta enseñanza…


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