lunes, 7 de noviembre de 2011

LA PROFECÍA EN NUESTROS DÍAS

Foto animada

Por: Heriberto García Orozco

Desde hace bastante tiempo una significativa confusión se ha producido alrededor del tema de la profecía, en especial hoy en día. Muchas personas dicen poseer este don, atrayendo o otras más que están deseosas de escuchar lo que supuestamente tiene El Eterno para ellas.

Siendo consecuentes con lo que enseñamos y llevamos a la práctica, todo tema que tenga que ver con la espiritualidad del ser humano debe ser examinada a la luz de lo que nos dicen los Textos Sagrados. Y el tema de la profecía no es una excepción.

Comencemos preguntando: ¿Para qué instituyó El Eterno la profecía? Bien sabemos, a partir de la lectura y meditación de los Escritos Sagrados, que ésta fue depositada en los siervos de HaQadosh, Baruj Hu, para exhortar al pueblo de Yisrael (¡y aún otros pueblos!) a volver sus ojos a lo que edifica el alma. Yeshayahu (Isaías), Yirmeyahu (Jeremías) y muchos otros, siempre tuvieron palabras de aliento pero también de disciplina/exhortación porque, como portadores de la Voluntad del Cielo, centraron sus fuerzas en dedicarse a transmitir los mensajes de Bore Olam. La separación de la Torah era muy evidente, de manera que era necesario utilizar herramientas que llevaran al pueblo a reflexionar sobre sus actos. Por ello El Eterno envió profetas.

Y esto en nada cambia que sea para una época u otra. Sin embargo, actualmente existe una gran proliferación de “profetas”, que pretenden usar sus palabras para transmitir supuestamente la Voluntad de El Eterno, Bendito sea, pero en innumerables casos no se puede tener la seguridad de estar ante un verdadero profeta.

Hoy escuchamos, por ejemplo, cómo algunos “focalizan” profecías hacia alguien específico, muchas veces en presencia de una gran audiencia; por supuesto, si se trata de palabras de “exhortación” el efecto que queda es la vergüenza pública de quien es objeto de la profecía; también se da el caso de quienes a viva voz hablan temerariamente sobre castigos hacia una comunidad o juicios para una ciudad. Y los ejemplos abundan.

Nos preguntamos en este momento: ¿Son estas las formas que El Eterno dictaminó para utilizar la profecía? Siempre que encontramos los dones vemos que El Eterno los estableció para la edificación de la qehilah (congregación), no edificación privada. Por tanto, cuando vemos las manifestaciones que hemos descrito, hemos de examinarlas, pues fácilmente podemos estar ante falsos profetas. Y aprender a descubrirlos es el tema del presente comentario.

¿Cómo conocer a un verdadero profeta?

Para desarrollar la respuesta a este interrogante veamos dos textos muy especiales:

Devarim (Deuteronomio) 13:1-5: “Cuando se levantare en medio de ti profeta, o soñador de sueños, y te anunciare señal o prodigios, y si se cumpliere la señal o prodigio que él te anunció, diciendo: Vamos en pos de dioses ajenos, que no conociste, y sirvámosles; no darás oído a las palabras de tal profeta, ni al tal soñador de sueños; porque El Eterno vuestro Elohim os está probando, para saber si amáis a El Eterno vuestro Elohim con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma. En pos de El Eterno vuestro Elohim andaréis; a él temeréis, guardaréis sus mandamientos y escucharéis su voz, a él serviréis, y a él seguiréis. Tal profeta o soñador de sueños ha de ser muerto, por cuanto aconsejó rebelión contra El Eterno vuestro Elohim que te sacó de tierra de Mitsrayim (Egipto) y te rescató de casa de servidumbre, y trató de apartarte del camino por el cual El Eterno tu Elohim te mandó que anduvieses; y así quitarás el mal de en medio de ti.”

Devarim 18:20-22: “El profeta que tuviere la presunción de hablar palabra en mi nombre, a quien yo no le haya mandado hablar, o que hablare en nombre de dioses ajenos, el tal profeta morirá. Y si dijeres en tu corazón: ¿Cómo conoceremos la palabra que El Eterno no ha hablado?; si el profeta hablare en nombre de El Eterno, y no se cumpliere lo que dijo, ni aconteciere, es palabra que El Eterno no ha hablado; con presunción la habló el tal profeta; no tengas temor de él.”

El primero de ellos nos previene de quienes se levantan como profetas y lo que dicen se cumple; hasta aquí todo parece bien; no obstante, su testimonio de vida muestra una cosa que no es consistente con lo que habla, pues invita a ir en pos de dioses ajenos.

Sobre esto último es importante enfatizar que muy probablemente no encontraremos personas que se auto denominan profetas y que además inviten a algún rito idolátrico evidente; más bien lo que veremos es a quienes son capaces de cohonestar con prácticas mundanas que en el fondo son formas de idolatría, y por ello sabremos que los tales no son profetas.

Y cuando hablamos de prácticas que en el fondo son idolatría, nos referimos por ejemplo a ganancias deshonestas, acepción de personas, manejo inadecuado de la familia, trato desconsiderado con las demás personas, y muchas más. Todo esto no es más que un conjunto de formas de atentar con la Majestad del Nombre Sagrado, pues hombres hechos con la imagen y semejanza del Creador propagando esta forma de vida están propiciando que el Nombre de HaShem sea blasfemado y se opte por ir en pos de otros dioses, que vienen en forma de personas o cosas que perecen. Y esto es idolatría.

Lo anterior nos indica entonces el buen cuidado que debemos tener hacia quienes dicen ser profetas; no sólo es necesario examinar sus palabras, sino lo que invitan a hacer, además de su testimonio de vida, este último en gran manera importante. Y esto, cuando lo que la persona dice se cumple.

Sobre el segundo texto, en verdad concluyente, podemos ver que cuando alguien se auto proclama como profeta, pero lo que dice no se cumple, ni siquiera es necesario examinar sus acciones, pues de entrada es evidente que no ha hablado por mandato de El Eterno. De éste no deberemos ter temor. Para reforzar lo que hemos anotado, puede ayudar a reconocer un profeta el siguiente texto.

1 Kefa 1:19-21: “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.”

Aquí además se nos está sugiriendo que no sólo examinemos las palabras para ver si se cumplen o no, sino que las meditemos a la luz de lo que está establecido en las Escrituras divinamente inspiradas; es necesario entonces que el profeta sea escudriñado a la luz de la Torah, los Profetas y los Escritos, fijándonos en el apego de sus palabras a lo que está escrito.

Tenemos suficientes elementos para “juzgar” a un profeta; estamos llamados entonces a ser diligentes y no creer todo lo que se nos diga, sólo porque alguien dice de sí mismo que es un profeta. Así como para cuando alguien diga que es el Mashiaj debe demostrarlo según el testimonio bíblico, de la misma forma un profeta. El problema no es entonces decir que se es un profeta, sino más bien demostrarlo con hechos concretos. Hemos sido dotados con la inteligencia suficiente para discernir lo bueno de lo malo.

Frases comunes que se escuchan de parte de los “profetas”

Para visualizar de una manera práctica a los profetas, veamos algunas frases que son muy utilizadas para llevar a error a las demás personas, o simplemente por orgullo personal:

“Tengo un mensaje de Dios para ti”: Esta es evidentemente un intento de manipulación hacia las personas; muchas veces las palabras pueden inspirar un gran temor o sólo una efímera alegría, pues se prometen cosas que nunca llegan. Esto es muy común, especialmente cuando se hace en público.

“El Señor me dijo que…”: Esta es una expresión demasiado común; también es una forma de manipulación, pues en el fondo lo que se busca es que las personas queden sometidas al “profeta”. A veces parece que estas personas pretendieran tener una relación tan cerrada con El Eterno (¡o más!) como el mismo Mosheh, el caudillo de nuestro pueblo. O creyendo que con ello son más espirituales. Pero ya sabemos cómo discernir la verdad.

“El Señor me ha estado inquietando sobre…”: Esta es una variación de la anterior expresión, y se debe tratar de la misma forma.

“Tuve un sueño/visión acerca de…”: También aquí estamos ante una forma de manipulación.

“Si no haces… entonces te sobrevendrá…”: Esta frase es casi que una especie de “extorsión”; es importante saber de quién viene y su apego a la Voluntad Celestial.

“Eso significa que…”: Aquí hay posibles interpretaciones acomodadas de quien pronuncia estas palabras.

La lista sigue y es extensa. Sobre este punto debemos llamar la atención, y es que no siempre estas expresiones corresponden a falsos profetas; lo que sucede es que tenemos que ser diligentes y decidir apegarnos a El Eterno, Bendito sea, para que nos guíe en toda situación y podamos encontrar el camino que Él nos indica.

¿Quieres hablar “directamente” con El Eterno? Lee y medita la Torah de Vida; allí encuentras Su Voluntad. ¿No la entiendes? Búscate un maestro. Ese es un camino para buscar a El Eterno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario