Los antiguos griegos estaban obsesionados con la estética y la belleza por encima de todo. Los griegos también defendían el potencial de la mente, y las obras de sus filósofos continúan siendo lectura obligatoria en las universidades hasta el día de hoy. En vez de mantener esta idea para sí mismos, los griegos impusieron su sistema de valores sobre cada cultura que conquistaron. En una asombrosa campaña militar en el que Alejandro Magno conquistó amplios sectores del mundo y se mantuvo invicto, los griegos crearon un vasto imperio a través del cual transmitir su mensaje.
Sin embargo, cuando la cultura griega y su modo de vida alcanzo la tierra de Israel, se encontró con una increíble resistencia de la institución rabínica. Durante los dos siglos anteriores a la historia de Januca, años durante los cuales los judíos fueron expuestos a la cultura griega, los rabinos mantuvieron su oposición implacable a la forma de vida griega.
Las cosas llegaron a un punto crítico cuando Antíoco el Griego finalmente prohibió las prácticas más esenciales del judaísmo. Los rabinos se negaron a dar marcha atrás, y estaban dispuestos a arriesgarlo todo para preservar el estilo de vida judía. El conflicto resultante se convirtió en la milagrosa historia de Januca, el triunfo de los judíos sobre los griegos, y el establecimiento de un gobierno judío independiente en Judea.
¿La belleza es mala?
El conflicto subyacente entre la filosofía judía y la griega requiere una explicación. ¿Qué era tan malo acerca de la belleza que los griegos exaltaban? ¿La estética es peligrosa? ¿Por qué los judíos estaban tan vehementemente en contra de la cultura griega, incluso antes de que se prohibiera la práctica del judaísmo?
De manera similar, ¿Qué les molestaba a los griegos? Tenían el control político y lo que claramente parecía ser superioridad militar. Su cultura dominaba el mundo. ¿Qué había en la banda obstinada de judíos en Judea que tanto les molestaba a ellos? ¿Qué los empujó a ir tan lejos como para prohibir la religión de otro pueblo?
¿Por que los Rabinos no aceptaron una cultura pensante que apreciaba la belleza física?
La respuesta no puede ser que el judaísmo desaprueba la belleza. El Beit HaMikdash, el santo templo, estaba repleto de oro y plata. Diseñado y construido según instrucciones proféticas, era conocido como uno de los edificios más bellos del mundo, y los remanentes del complejo que sobreviven hasta nuestros días demuestran su grandeza. Jerusalem es llamada el epítome de la belleza en el Libro de las Lamentaciones. La Torá nos ordena embellecer nuestro cumplimiento de los mandamientos con belleza física, y tener una hermosa sucá, shofar y demás. La Torá hace hincapié en cómo algunos de nuestros más sagrados ancestros, Sara, Rivka, Rajel y Yosef eran personas de extraordinaria belleza - belleza física notada por los monarcas más poderosos de la época.
Entonces, ¿qué estaba mal con los griegos? ¿Por qué los rabinos no aceptaron una cultura pensante que apreciaba la belleza física?
¿Qué es la belleza?
La respuesta está en la definición básica de la belleza. La belleza clásica, la concepción de la estética que sobrevive a los milenios, se deriva de la armonía. Sin armonía, tendemos a buscar estímulos visuales ya sea aburridos e insulsos o caóticos y sobrecargados. Un ejemplo de la armonía se encuentra en la simetría, una imagen que está perfectamente equilibrada es atractiva. Los griegos estaban obsesionados con el físico humano, que es una maravilla de la simetría perfecta. También encontramos la armonía en los fuertes contrastes, como en la vista de un profundo valle, en el contexto de una alta montaña.
Incluso para los menos artísticos entre nosotros, la percepción del color ilustra esta idea. Vemos la belleza en el uso de colores análogos, colores que son adyacentes entre sí en la rueda de colores terciarios, un arreglo progresivo de 12 colores ordenados de acuerdo a sus longitudes de onda. Sin embargo, también vemos la belleza de los contrastes, sobre todo de los colores complementarios que son directamente opuestos en la rueda de color. Ambos reflejan la armonía que une a los colores del medio, ya sea a través de contraste o complemento, y presentan un medio visual equilibrado.
En este contexto, podemos comprender la verdadera guerra entre los griegos y los judíos. Mientras que los griegos entendían la armonía en la belleza física, ellos perdieron de vista el plano espiritual. La armonía final es la unión de los mundos espirituales y físicos. De esa manera se crea una belleza sin igual, un efecto tan poderoso que cualquier intento de imitarlo es un insulto a la noción de la belleza.
Jerusalem es la esencia de la belleza, el punto donde la tierra y el cielo se encuentran.
No hay mayor armonía que la conexión entre las cosas materiales y su fuente espiritual. Jerusalem es la esencia de la belleza en el judaísmo, es el punto donde la tierra y el cielo se encuentran, un puente entre dos reinos, uno de los lados de un fenómeno simétrico. Según la tradición judía, la energía física que sustenta todas las partes del mundo, fluye desde Jerusalem. El rey Salomón entendió cómo Jerusalem conectaba todos los rincones de la tierra con su fuente espiritual, e incluso fue capaz de sembrar en Jerusalem cosas indígenas de otras partes del mundo porque comprendía como cada canal de energía provenía de Jerusalem y se extendía hacia todo el mundo. Jerusalem de abajo es la contraparte física de la energía espiritual que fluye hacia el mundo, creando la perfecta armonía entre lo físico y lo espiritual.
Las personas hermosas de la Torá eran vivos reflejos de la armonía entre el mundo físico y el espiritual. Yosef, por ejemplo, era tan hermoso que las mujeres locales escalaban las paredes sólo para obtener una visión de él. En lugar de dejar que el placer físico lo dominara, Yosef se mantuvo firme en la prueba cuando fue tentado por la esposa de Potifar, y no dejo que su belleza física, rompiera la armonía real de vivir una vida espiritual. Nuestros antepasados fueron descritos como bellas personas cuyo atractivo físico vivía en perfecta armonía con su esencia espiritual.
Los griegos comerciaban la verdadera armonía entre el cielo y la tierra por la armonía barata entre los diferentes aspectos del mundo físico. De hecho, la belleza física y la tentación, son a menudo los factores que obstaculizan el paso hacia la verdadera armonía. Los griegos abusaron de la belleza porque alardearon de algo que era sólo en el exterior hermoso e ignoraron la búsqueda de la armonía original. Desde su perspectiva, sólo las cosas que el hombre puede percibir y entender existen, y la armonía con algo trascendental es imposible.
Los rabinos vieron de inmediato la amenaza de la cultura griega, y lucharon contra la sustitución de la belleza real por un impostor superficial. A su vez, los griegos finalmente se dieron cuenta de la amenaza que planteaban los judíos a su propia filosofía y de cómo nuestra idea de la belleza hacía que la suya careciera de sentido. Por lo tanto, pasaron a la ofensiva.
Ganamos la batalla en Januca hace más de 2.000 años atrás, pero la guerra continúa. Nuestros oponentes ostentan todo lo que es agradable de ver y que parece hermoso. Sin embargo, nada de lo que ofrecen se acerca a la armonía entre cuerpo y alma. Depende de nosotros decidir si nos decidimos por la belleza falsa que ofrece nada más que la armonía entre las cosas físicas, o si somos fieles a nuestro legado de lucha por la armonía final entre lo físico y espiritual, entre cuerpo y alma.
La tentación prevalece hasta nuestros días, y el atractivo de todo lo que parece agradable, especialmente durante la temporada comercial de "fin de año", es abrumadora. Januca nos llama, nos pide que busquemos la belleza real, la armonía que sólo puede provenir de la conexión con un plano superior.
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