lunes, 21 de noviembre de 2011

CARIDAD - TZEDAKÁ


Gráficos con escarcha
1. Hubo un hombre justo que era muy caritativo, ayudando a todos quienes lo necesitaban. En una ocasión se hallaba a bordo de un bote y éste se hundió ante los embates de una tormenta. Rabí Akiva presenció el acontecimiento y corrió a reportar las trágicas noticias; pero antes de que pudiera informarle a alguien, miró y he allí que el hombre accidentado estaba parado en su delante.

¿No eres tú aquel que se hundió en las aguas?“, preguntó Rabí Akiva.

Sí, el mismo“, replicó el hombre.

¿Y quién te sacó del agua?“, preguntó Rabí Akiva.

La Tzedaká (caridad) que he practicado me sacó del mar“, dijo el hombre.

¿Y por qué sabes esto?“, indagó Rabí Akiva.

El hombre le dijo, “Cuando me hundí hasta lo profundo, escuché el gran rugir de las olas, cada ola diciéndole a las demás, `Vamos! Saquemos a este hombre del mar porque practica la caridad todos los días de su vida’. “.

Rabí Akiva sonrió y declaró, “Bendito sea Di-os, el Di-os de Israel, Quien ha escogido las palabras de la Torá y las palabras de los Sabios estableciéndolas para siempre y hasta la eternidad, porque está escrito, “Arroja tu pan al mar y lo encontrarás después de muchos días” (Eclesiastés 11:1)”, y, “La caridad salva de la muerte” (Proverbios 10:2)”. [1]

2. Es un mandamiento positivo el dar caridad, [2] como está escrito, “La vida de tu hermano está ante ti” (Levítico/Vayikrá 25:36). Quienquiera que mira a un pobre solicitando ayuda (económica) y lo ignora (a propósito) y no le da caridad, ha trasgredido, como está escrito, “No endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano a tu hermano pobre” (Deuteronomio/Devarím 15:7).

3. Es un principio general que una persona no empobrece por dar Tzedaká (caridad). Ni nada malo o destructivo le acontece a uno por dar caridad. De hecho, si uno tiene misericordia de otros, Di-os le retribuye de Su misericordia.

4. Está prohibido tentar a Di-os, es decir, llevar a cabo alguna acción bajo la condición de que Di-os revele Su Presencia. Ante esto, la única excepción es el acto de dar caridad. La Torá promete que Di-os repagará a quienquiera que de Tzedaká (caridad); y una persona tiene permitido dar caridad con el propósito de probar a Di-os.

5. Di-os es cercano a los afligidos y desvalidos como está escrito, “Y el lloro del pobre El oirá” (Job/Iov 34:28). Por tanto, uno tiene que ser prolijo ante las súplicas de la gente pobre.

6. Toda persona tiene la obligación de dar Tzedaká (caridad) de acuerdo a sus capacidades. Aun una persona pobre quien se sustenta a sí mismo de la caridad podría entregarla. Aun cuando sólo pueda dar poquito, esto no lo exonera de dar Tzedaká (caridad). Lo poco entregado por un pobre es considerado tan digno como lo mucho provisto por un rico. Como dicen los Sabios, “Cuando uno ofrece un sacrificio, no importa si la ofrenda es un buey o un ave o harina, ni que sea una ofrenda pequeña o una grande: el criterio principal es que el dador dirija su corazón a su Padre en los Cielos“. [3] Pero si uno tiene sólo lo suficiente para su sustento, no está en la obligación de dar caridad. Una persona tiene la obligación de proveer para sí misma antes de proveer a otros.

7. La comunidad debería cubrir las necesidades o carencias de una persona pobre. La gente de la ciudad está obligada a suplir a esta persona lo que le hiciera falta para mantener el nivel al que estaba acostumbrada antes de caer en la pobreza; y la gente debería dar su ayuda de manera discreta de manera que pocos sepan que la persona está recibiendo (este alivio).

8. Si un pobre está pidiendo de puerta en puerta (públicamente), uno debería darle una pequeña donación de acuerdo a la situación del receptor.

9. La comunidad debería proveer a todo pobre, al menos, el equivalente a dos comidas diarias y un lugar para dormir.

10. Una persona debería dar caridad de la siguiente manera: en el año en que arranca su negocio debería donar al menos el diez por ciento de su capital; luego, debería dar el diez por ciento de sus ganancias (del negocio y capital en cuestión) después de deducir sus gastos. Esta es la forma `promedio’ de dar caridad. Más notable aun es dar el veinte por ciento al inicio (del primer año) y, en los años sucesivos, el veinte por ciento de sus ganancias anuales. Aquel que no es su “propio jefe” y que gana su dinero a través de un salario, debería dar entre el diez al veinte por ciento basado en su ingreso neto después de impuestos.

11. Aquel que desea conducirse de una manera honorable debería conquistar su inclinación hacia el mal y abrir su mano. Cualquier cosa que sea hecha para la gloria de Di-os debería ser efectuada con gozo. Si se alimenta a un hambriento, se debería servirle lo más fino que uno pueda ofrecerle. Cuando se viste a alguien que lleva sus ropas raídas, debería ser hecho con las prendas más finas que uno pueda ofrecerle.

12. Regalos dados a los padres de uno, quienes necesitan ser mantenidos por medio de la Tzedaká (caridad), son considerados Tzedaká (caridad). Además ellos tienen prioridad ante otros.

13. La caridad hacia parientes tiene prioridad ante la caridad a extranjeros. El pobre que vive en el edificio de uno tiene prioridad ante el pobre que vive en otro vecindario. El pobre que vive en la ciudad de uno, tiene prioridad al que vive en otra ciudad, como dice el versículo, “a tu hermano, a tu pobre y a tu necesitado” (Deuteronomio/Devarím 15:11). Sin embargo, aquel que tiene la responsabilidad de distribuir fondos comunales (para caridad: Tzedaká), debería ser cuidadoso para no dar más a sus parientes en necesidad que a otros necesitados.

14. Si alguien da Tzedaká (caridad) a una persona pobre y lo hace con mal semblante sintiendo en su interior que no quisiera hacerlo, aun si entregara piezas de oro, ha perdido el mérito de sus acciones. Esta persona ha trasgredido el versículo, “Y tu corazón no se apesadumbrará cuando le des” (Deuteronomio/Devarím 15:10). Uno debe (sin remedio) dar con un sentimiento de gozo y con un semblante alegre, y debería consolar al receptor (por sus tribulaciones), alegrándolo con palabras reconfortantes.

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15. Está prohibido rechazar la solicitud de un pobre y enviarlo de regreso con las manos vacías aun si todo lo que le puede entregar en ese instante es un bocado (de comida). Si realmente no hay nada a mano para darle, entonces uno debería con palabras amables decirle que desea sinceramente darle algo pero que en ese momento no es posible. Y es mejor no darle nada si lo único que uno tiene es una pequeña moneda, cuando se tiene por cierto que al entregarle tal moneda se afligiría u ofendería al solicitante.

16. Está prohibido reprender o alzar la voz a un pobre, porque su corazón está quebrantado y es humilde. Maldecido es aquel que desgracia a un pobre. Más bien, uno debería ser como un padre para el pobre, demostrando misericordia con hechos y palabras.

17. Si uno llegara a decir, “Me estoy comprometiendo a dar tal cantidad de dinero para caridad“, o, “Estoy dando este billete para caridad“, entonces está obligado a dar el dinero que ha prometido inmediatamente o tan pronto como sea posible. Se considera que uno transgrede al demorarse siendo que se está en capacidad de honrar su obligación. Si no hay pobres a quien ayudar, debería separarse el dinero hasta que se presente una persona pobre.

18. Si un individuo dijera, “Daré tal cantidad de dinero a tal persona“, puede esperar a que dicha persona venga a él. No necesita salir a buscarla.

19. Toda persona tiene permitido apartar dinero para caridad para distribuirlo a quien bien lo estime y de la manera que crea más conveniente.

20. Aquel que convence a otros para que den caridad gana mayor recompensa que quien efectivamente ya la da.

21. Si uno da dinero a un pobre y este le `paga’ con un insulto, no debería entristecerse (o enojarse) porque entonces su mérito es aun mayor debido a la humillación que recibió.

22. Al dar Tzedaká (caridad), el mayor nivel se alcanza al asistir financieramente a una persona antes de (y para prevenir) que caiga en la pobreza. Tal ayuda debería presentarse de manera amable a la manera de un regalo o de un préstamo u ofreciéndole ser socios en un emprendimiento financiero u ofreciéndole un puesto laboral de manera que la persona no se vea forzada a buscar asistencia financiera de otros.

23. Uno debería intentar, cuando sea posible, dar Tzedaká (caridad) secretamente. La mejor manera de dar caridad es cuando el dador no sabe quién es el receptor y éste a su vez no sabe quién es su beneficiario.

24. Uno no debería jactarse por sus propios actos de Tzedaká (caridad); proceder así sólo provoca que el mérito que había alcanzado se pierda. Pero si uno dona un objeto (cualquiera) para caridad, podría inscribir su nombre en el objeto para que sirva como memorial. También uno podría hacer públicos sus actos de caridad si esto inspirará a otros para que sigan el ejemplo.

25. Una persona debería esforzarse por no llegar a tener que depender de Tzedaká (caridad). Es preferible pasar algunas necesidades antes que llegar a ser dependiente de otra persona. Sin embargo, es impropio hacer que otras personas (como la esposa e hijos) pasen penurias como resultado de la reluctancia a recibir uno mismo caridad.

26. Quien no necesita Tzedaká (caridad), pero que a través del engaño obtiene tales fondos llegará a ser dependiente de otros. Inversamente, quien realmente necesita caridad al punto de que no puede vivir sin tales recursos (como un anciano sin ingresos o una persona enferma o alguien con una familia numerosa con hijas cuyos matrimonios debe costear) y se rehúsa a aceptarla por orgullo, es considerado como quien derrama sangre y se le considerará responsable por sus actos. Todo lo que tendrá que mostrar por sus sufrimientos son pecados. Sin embargo, quien necesita caridad, pero opta por sufrir privaciones, no debido a orgullo sino a que no desea ser una carga pública, no morirá antes de que sea levantado para sustentar a otros (en necesidad).

27. Está registrado en el Midrash Rabba, [4]Una puerta que no se abre para el pobre se abrirá para el médico“.


REFERENCIAS

[1] Avot, de Rabí Nathan

[2] Kitzur Shulján Aruj, capítulo 34, leyes 1-16

[3] Talmud de Babilonia, Menahot 110a

[4] Midrash Rabá, Cantar de los Cantares, capítulo 6, sección 17





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