DESDE EL ESCRITORIO DEL MORÉ:
HERIBERTO GARCÍA O.
Israel, como pueblo escogido de El Eterno, Bendito sea, a pesar de los grandes milagros que Él ha hecho en su favor, no ha correspondido fielmente a las expectativas celestiales. Aunque si bien es cierto que siempre ha existido un grupo de gentes que no se han apartado hacia la idolatría, también lo es que como pueblo Israel en muchas ocasiones ha decidido ir libremente en contra de los designios del Cielo.
Esto lo atestiguan eventos como el triste suceso del becerro de oro, los pecados de muchos reyes, las quejas al salir de Mitsrayim (Egipto), por nombrar sólo unos pocos. Y sumado a esto, ha existido en muchos judíos la equivocada creencia de que ellos son salvos simplemente por su condición de judíos.
Pero nada más lejos que esto de la realidad. El Eterno, Bendito sea, no cohonesta con las acciones pecaminosas, independientemente de quién se trate. Judíos y no judíos hemos establecido una gran brecha con Bore Olam cuando decidimos hacer caso a las maquinaciones del yetser hara.
Por supuesto, la condición de judío le cabe mayores responsabilidades a quien la posee, pero ello en ninguna manera significa que existe un derecho adquirido por causa de haber nacido en una familia judía.
En el tiempo de Mosheh Rabenu, fueron tantas las abominaciones cometidas por Israel, que El Eterno por medio del gran líder dijo las siguientes palabras (Devarim 32:21): “Ellos me movieron a celos con lo que no es Elohim; me provocaron a ira con sus ídolos; yo también los moveré a celos con un pueblo que no es pueblo, los provocaré a ira con una nación insensata.”
Mientras que muchos aparentemente en forma cómoda se limitan a seguir halajot impuestas por hombres (con esto no queremos desestimar la bondad de muchas reglas que en verdad establecen un cerco correcto alrededor de la Torah), no son conscientes de que las promesas de HaShem siempre se cumplen, y esas palabras no son la excepción. Una buena parte del pueblo judío cree que cumplir normas humanas lleva al gozo del Olam Haba. Pero la verdad es bien diferente.
Y en este punto vale la pena preguntarnos: ¿Cuál es el pueblo que va a cumplir la profecía mencionada? ¿Ya se cumplió esta profecía? Y si no se ha cumplido, ¿cuándo se cumplirá?
La profecía no se cumplió en tiempos pasados
De acuerdo con la historia de Israel, en tiempos pasados no se había levantado ninguna nación o pueblo que la hubiera llevado a celos. Por el contrario, ha habido muchos eventos en los cuales los yehudim han cerrado filas para defenderse de cosas tan abominables como la asimilación espiritual. Algunos de estos eventos son los siguientes:
El ataque traicionero de Amaleq
El intento de destrucción del pueblo por parte de Haman
El intento de asimilación por parte de Antíoco IV
Las persecuciones a través de la historia
Los intentos de exterminio por parte de Hitler
En todos ellos se organizó la defensa, no por celos, sino más bien por conservación del pueblo. En alguna forma podemos ver que ninguno de estos enemigos despertó a celos; más bien despertó sentimientos de rechazo.
¿Cuándo se cumplirá la promesa?
Para responder esta pregunta es importante precisar los tiempos; veamos cómo es esto:
En los tiempos de Mosheh no podía ser el cumplimiento de la promesa, puesto que era a él a quien El Eterno le puso Sus palabras para transmitirlas al pueblo.
En tiempos de los jueces tampoco porque la Torah estaba recientemente proclamada, a pesar del evidente desorden en que Israel se encontraba.
En la época de los reyes es claro que no hubo pueblo alguno que llevara a celos a Israel, puesto que el pueblo judío estaba en su esplendor, especialmente en los reinados de David y Shlomoh. Más bien el pueblo de Israel despertó el celo de otros pueblos.
En la Edad Media, cuando hizo su aparición la mal llamada “santa inquisición”, el pueblo judío fue atormentado especialmente por la iglesia católica, de la cual tuvo que huir. Obviamente esto genera rechazo, no celos.
Lo anterior no pretende ser exhaustivo, pero nos muestra en cierta forma que las palabras proféticas apuntan hacia el final de los tiempos. También podemos deducir de todo esto, que el cumplimiento de las palabras celestiales habría de darse cuando el pueblo judío estuviera aparentemente seguro de sí mismo en el área espiritual, creyendo que hay caminos meritorios para alcanzar la eternidad, contradiciendo lo escrito en la Torah misma.
Ese tiempo, sin lugar a dudas, es el que estamos viviendo actualmente. ¿Por qué? Veamos el siguiente tema.
El pueblo escogido para despertar a celos
¿Qué significa despertar a celos? ¿Por qué se ha de sentir celos?
Los celos son un sentimiento que surge cuando alguien posee lo mismo que nosotros, pero creemos que ese alguien no lo puede utilizar. También puede haber celos cuando sentimos que estamos a punto de perder algo muy preciado que consideramos sólo nuestro (esto es, sentimos que nos lo van a quitar sin ningún derecho). Y esto se da en buena parte en el matrimonio.
Pues bien, habría que analizar qué es aquello tan preciado que el pueblo judío considera como suyo y que nadie más puede considerarse apto para también hacerlo suyo.
Ese “algo” no es otra cosa que la Torah. La Torah es el distintivo de Israel, con todo lo que ella implica, esto es, las interpretaciones, la liturgia y todo lo que suponga una relación con El Eterno en términos de ella misma.
En nuestros días se ha presentado un fenómeno que cada vez toma más fuerza, y es el paso de los profesantes de la fe de otras religiones a la fe del judaísmo. Muchas personas buscan hacerse judías, especialmente después de haber dado un paso “intermedio”, por los movimientos creyentes en el judío Yehoshua, nacido en Bet Lejem.
Para revisar en forma breve lo que queremos explicar, es importante comentar que el panorama actual nos revela varios “pueblos”, que trataremos de mencionar:
El pueblo judío; es claro que no es el pueblo judío mismo quien se llama a sí mismo a celos, razón por la cual es más que obvio “descartarlo de la lista”.
Los católicos y cristianos; durante siglos el pueblo judío ha repelido cualquier intento de conversiones; cuando algún judío supuestamente se “convierte” en cristiano, evidentemente es porque ha perdido sus raíces. Es obvio que no siguen la Torah y por lo tanto no pueden llamar a celos. Un judío convencido de su judeidad nunca se convierte en cristiano.
Los musulmanes; este grupo ha causado no pocos problemas a Israel, de manera que ellos tampoco llaman a celos a los judíos, puesto que además su libro sagrado está en contravía de la Torah en varios principios.
Los ateos; por supuesto ellos, al carecer de fe en un Único Dios, están negando la esencia misma del judaísmo, de manera que tampoco llaman a celos.
Los nuevos conversos; estas personas, al pasar a engrosar las filas del judaísmo rabínico, no están haciendo cosa diferente de “ser más de lo mismo”, lo que significa que pasan a ser judíos, y por ello no pueden llamar a celos a Israel.
Los profesantes de otras religiones; tampoco éstos llaman a celos pues el pueblo judío ve en ellos a un grupo de idólatras, que nada tienen que ver con la Torah.
Ex profeso hemos dejado sin mencionar un grupo muy especial en este breve inventario: El de los judíos creyentes en Yehoshua de Nazaret. Este grupo en particular ha adoptado, por convicción, la Torah. De acuerdo con lo establecido por Yehoshua han venido a adquirir la misma condición del pueblo judío, situación que no es tolerable por el judaísmo rabínico (no creyente en Yehoshua).
Este judaísmo, porque de hecho es judaísmo, además de adoptar la misma liturgia y buena parte de las costumbres del judaísmo tradicional, ha entendido que no es por una condición externa que se adquiere la bendición de entrar en las moradas eternas, ya que el verdadero judío no lo es en lo exterior sino en lo interior.
Adicionalmente, este judaísmo ha sacado a la luz no pocos errores que el judaísmo tradicional ha cometido, especialmente en asuntos doctrinales; esto simplemente es intolerable para el pueblo judío rabínico, que cree que sólo lo que sale de su seno es lo correcto. Pero en ninguna manera significa que por su condición de judíos seguidores de los rabinos (que en verdad son muy respetables porque nos han legado innumerables enseñanzas, pero por su condición de hombres son falibles) les asista la verdad en todo lo que proclaman.
Por todo lo anterior, nos atrevemos a afirmar que el pueblo judío creyente en Yehoshua es el pueblo que está llamando a celos al pueblo judío. De hecho, el pueblo judío nos considera un pueblo sin importancia, muchas veces con actitudes despóticas que incluso menosprecian lo que son pruebas irrefutables sobre sus errores. No queremos con esto parecer críticos severos con nuestro pueblo; más bien estamos mostrando hechos y datos concretos, que son fácilmente comprobables.
Es cierto que dentro del judaísmo creyente en Yehoshua ha habido proliferación de muchos grupos y también doctrinas en algunos casos equivocadas; no obstante, la Torah interpretada por el Maestro de los maestros, Rabino de rabinos, resiste todas las pruebas. Quien con mente abierta estudie sus palabras podrá comprobar lo que estamos afirmando.
Todo esto ha despertado un enorme celo, que incluso descalifica lo que no es descalificable. Las profecías celestiales entonces se están cumpliendo, lo que nos lleva a concluir además que estamos en el final del tiempo. Ello supone una gran responsabilidad que debe ser asumida con decisión, pero también con mucha humildad.
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