miércoles, 9 de noviembre de 2011

El Llamado A Pastorear

El buen pastor

Por: Hna. Eyra Lezcano

Cuando llegué a los caminos del Señor, no conocía la Palabra de Di-s. En dos ocasiones había leído la Biblia, completamente, como un libro más de texto, la veía tan interesante, cómo, desde Génesis hasta Malaquías, se entrelazaba la historia de aquellos tiempos, y la increíble secuencia en el mal llamado Nuevo Testamento. No entendía entonces qué eran las profecías, aquellas anunciadas por aquellos hombres en los primeros libros sagrados y que se cumplirían en el Código Real (NT). Para mí, era una fascinante historia de las tantas leídas en mi vida. No conocía que Di-s tiene un propósito en cada vida; En ese entonces, alguien me hizo ir a una iglesia (evangélica) de mi localidad, a buscar ayuda. Lamentablemente es así cuando buscamos del Señor, y recuerdo que en aquella entrevista, en una oficina muy pequeña, estaba allí, sentado, un hombre maduro, cuya mirada era muy fija, pero inspiraba confianza, y allí descargué todas mis angustias, buscando ayuda, buscando consejos, guía, porque me sentía perdida, sin saber qué rumbo tomar. No sabía que esa entrevista era la forma que Di-s utilizaba para llamarme a que formara parte de su redil, y que a través de ese hombre, el pastor, el Señor cuidaría de mí, me daría consuelo en mis tiempos de angustias, velaría por mí, ese pastor oraría sin cesar por mí, me ayudaría a levantarme para seguir adelante en un caminar lento y escabroso, difícil.

El Libro de Génesis hablaba de Abel, quien fue el primer pastor de ovejas (Génesis 4:2 “Después dio a luz a su hermano Abel. Y Abel fue pastor de ovejas.). En mi ignorancia, la palabra “pastor” para mí no tenía mucho significado, pues pensaba que era sólo un cuidador de animales, pero cuando llegué a los caminos del Señor, se transformó en algo muy diferente, y comprendí entonces que es una actividad increíble, titánica, en donde un hombre o una mujer guerrea, en la peor batalla, la espiritual, lucha por su rebaño, por sus ovejas, por sus discípulos, por sus hermanos, por los desvalidos, por los que no conocen, por los ciegos, por el impío. También entendí lo que la Biblia dice en el Evangelio de Mateo, capítulo 9, verso 36, “Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Compasión esta sentida por el máximo Pastor de ovejas, Yeshúa Ha Mashiaj es su nombre, igual lo dice el evangelio de Marcos, capítulo 6: 34 Y salió Yeshúa y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas.

Yeshúa, el buen pastor, el que dio su vida por nosotros, sus ovejas, para que no fuéramos arrebatados y dispersos por los montes, el que conoce sus ovejas y a quien ellas les siguen al escuchar su voz, al escuchar su llamado; Yeshúa, que sabe que hay ovejas que no son de su redil, más sin embargo sabe que debe traerlas, y ellas oirán su voz, y formarán parte de su rebaño, y tendrán a un “pastor”. (Juan 10: 11-16). Yeshúa, el Cordero, que en medio de su trono las pastoreará, y las guiará a fuentes de aguas de vida, enjugando toda lágrima de los ojos de ellas. (Apocalipsis 7:17). Cuan loable labor el cumplir con el llamado del máximo Pastor de ovejas, y pastorear a “sus ovejas”.

Hermanos y hermanas, para mi, el llamado a pastorear las ovejas del Creador es un privilegio muy grande, pues Di-s pone en el pastor, el cuidado de aquellos seres que él llama, que él ha escogido desde el vientre de sus madres, el cuidado de su rebaño, de su redil, el cuidado de la niña de sus ojos, de un pueblo santo, de reales sacerdotes, de santos; el cuidado de su pueblo escogido y la añadidura de otro pueblo que él también ama. La Palabra de Di-s nos dice que el Pastor, debe ser irreprensible, marido de una sola mujer, prudente, apto para enseñar, íntegro, que gobierne bien su casa, que tenga buen testimonio con los de afuera para no caer en descrédito, para no ridiculizar su Bendita y Santa Palabra. (1 Timoteo 3:1-7)

Más sin embargo, en mi bregar, he podido observar y comprobar cuanta maldad existe en algunos rediles del Señor, cuanto sufrimiento hay en medio de esos pueblos de Di-s, cuanto desamor por las ovejas del Señor, por las pequeñitas de Di-s, por aquellas ciegas, ignorantes, que son guiadas directo al degolladero, por ese a quien llaman Pastor, por la falta de cuidados y atenciones de aquel para el cual fue llamado a pastorearlas. La Palabra de Di-s dice en el libro de Jeremías, capítulo 50, versos 6 y 7: “Ovejas perdidas fueron mi pueblo; sus pastores las hicieron errar, por los montes las descarriaron; anduvieron de monte en collado, y se olvidaron de sus rediles. 7 Todos los que los hallaban, los devoraban; y decían sus enemigos: No pecaremos, porque ellos pecaron contra Di-s, morada de justicia, contra Di-s esperanza de sus padres”.

Y sigue hablando Jeremías en el capítulo 23, de los versos del 1 al 4: “1¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan las ovejas de mi rebaño! dice El Eterno. 2 Por tanto, así ha dicho El Eterno Dios de Israel a los pastores que apacientan mi pueblo: Vosotros dispersasteis mis ovejas, y las espantasteis, y no las habéis cuidado. He aquí que yo castigo la maldad de vuestras obras, dice El Eterno. 3 Y yo mismo recogeré el remanente de mis ovejas de todas las tierras adonde las eché, y las haré volver a sus moradas; y crecerán y se multiplicarán. 4 Y pondré sobre ellas pastores que las apacienten; y no temerán más, ni se amedrentarán, ni serán menoscabadas, dice El Eterno.

Y en el Libro de Ezequiel 34:

1 Vino a mí palabra de Di-s, diciendo: 2 Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel; profetiza, y di a los pastores: Así ha dicho El Eterno el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan los pastores a los rebaños? 3 Coméis la grosura, y os vestís de la lana; la engordada degolláis, mas no apacentáis a las ovejas. 4 No fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma; no vendasteis la perniquebrada, no volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia. 5 Y andan errantes por falta de pastor, y son presa de todas las fieras del campo, y se han dispersado.


Estas palabras van dirigidas al pueblo de Israel, pero sucede igual con el resto de la humanidad. Recuerdo un día que una hermana se me acercó, y dolida me decía, hermana Eyra, yo quiero servirle al Señor, pero en la iglesia (congregación) no me dejan servirle en lo que Di-s me ha llamado, desprecian los dones y talentos que el Señor me ha dado, y con dureza y hasta casi con violencia, desde un púlpito, me han echado; esa hermana hoy día, pertenece a otro redil. Cuantas ovejas conozco hoy, dispersas, ovejas que se me han acercado llenas de heridas, sangrantes, dolorosas, buscando ayuda, consuelo, consejos, produciendo en mi un dolor muy grande, un no saber qué decir ante tan cruel trato de “esos llamados pastores”, y alberga en mí un incesante pedir al Espíritu de Di-s, que ponga palabra en mi boca, y sentir en mi corazón para ayudar a mi hermano, a mi hermana, al desconsolado, al desvalido.


Y sigue diciendo el Señor en el libro de Ezequiel 34: 6-16 “6 Anduvieron perdidas mis ovejas por todos los montes, y en todo collado alto; y en toda la faz de la tierra fueron esparcidas mis ovejas, y no hubo quien las buscase, ni quien preguntase por ellas. 7 Por tanto, pastores, oíd palabra de Di-s: 8 Vivo yo, ha dicho el Señor, que por cuanto mi rebaño fue para ser robado, y mis ovejas fueron para ser presa de todas las fieras del campo, sin pastor; ni mis pastores buscaron mis ovejas, sino que los pastores se apacentaron a sí mismos, y no apacentaron mis ovejas; 9 por tanto, Oh pastores, oíd palabra de El Eterno. 10 Así ha dicho El Eterno, el Señor: He aquí, yo estoy contra los pastores; y demandaré mis ovejas de su mano, y les haré dejar de apacentar las ovejas; ni los pastores se apacentarán más a sí mismos, pues yo libraré mis ovejas de sus bocas, y no les serán más por comida. 11 Porque así ha dicho el Señor: He aquí yo, yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré. 12 Como reconoce su rebaño el pastor el día que está en medio de sus ovejas esparcidas, así reconoceré mis ovejas, y las libraré de todos los lugares en que fueron esparcidas el día del nublado y de la oscuridad. 13 Y yo las sacaré de los pueblos, y las juntaré de las tierras; las traeré a su propia tierra, y las apacentaré en los montes de Israel, por las riberas, y en todos los lugares habitados del país. 14 En buenos pastos las apacentaré, y en los altos montes de Israel estará su aprisco; allí dormirán en buen redil, y en pastos suculentos serán apacentadas sobre los montes de Israel. 15 Yo apacentaré mis ovejas, y yo les daré aprisco, dice el Señor. 16 Yo buscaré la perdida, y haré volver al redil la descarriada; vendaré la perniquebrada, y fortaleceré la débil; mas a la engordada y a la fuerte destruiré; las apacentaré con justicia.

El Ruaj HaQodesh (Espíritu Santo) de Di-s trajo a mi memoria otro pasaje bíblico en el cual nuestro Mashiaj, en la última cena, hablaba con Simón Pedro, y le encomendaba a sus ovejas, el verso dice así: 15 Cuando hubieron comido, Yeshúa dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. El le dijo: Apacienta mis corderos. 16 Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas. 17 Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Yeshúa le dijo: Apacienta mis ovejas. (Juan 21:15-17). Tres veces nuestro amado Pastor pedía que amaran a sus ovejas, que las apacentaran.

Hermanos y Hermanas, Di-s se encargará de esas ovejas descarriadas, despreciadas quizás por un pastor insensible, ignorante, arrogante, cuyo entendimiento está entenebrecido quizás por la codicia, por la grandeza, lleno de ira, de impaciencia, de desamor; por un pastor que no ha entendido el enojo de Di-s, que por su dureza y por un corazón no arrepentido, atesora para sí mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Di-s, el cual pagará a cada uno conforme a sus obras (Romanos 2:5-6), porque obedecen a la injusticia, porque desprecian la palabra de Di-s que dice, tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, sabiendo hacer lo bueno, porque el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de personas. Colosenses 3:25

Amados hermanos y hermanas, si usted es un pastor, reconozca su condición y si está en estas circunstancias, arrepiéntase y pídale perdón al Pastor de ovejas, a Yeshúa Ha Mashiaj, vuélvase a él y empiece a buscar a esas ovejas que les fueron encomendadas, la perniquebrada, la perdida, la dolida, la inconstante, la que buscaba amor, comprensión, recójalas, invítelas nuevamente a su redil, y como el padre con su hijo pródigo, haga fiesta, abrácelas, dele un anillo, dele su amor.

Hermanos y hermanas, usted también tiene una misión, ame a su pastor, ore por él, interceda por él, en oración constante, recuerde que tanto usted como él y yo, estamos en el camino, y no estamos exentos de caer, porque esta lucha no sólo es la de un pastor, es nuestra también como cuerpo de Yeshúa que somos, y mañana cuando él le encuentre, abrácelo, béselo, dígale, ¡Te amo pastor! De corazón, olvidando el pasado, pero viviendo el gran momento en que un pastor se alegra por haber encontrado a su oveja perdida.

Y el Di-s de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Yeshúa, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Yeshúa; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén. Hebreos 13:20-21

Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso. Hebreos 13:17


Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Yeshúa Ha Mashiaj por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén. Efesios 3:20-21

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