¿Eres de aquellos que piensan que
sólo tú puedes hacer bien las cosas y por ello no te gusta delegar? Tal cosa es
mucho más común de lo que nos podamos imaginar. Existen quienes, por la razón
que sea, no son amigos de permitir que otras personas les ayuden a mitigar el
esfuerzo que demandan sus tareas; lamentablemente esto no lleva a buen éxito la
culminación de las cosas porque, como dice el popular adagio, "el que
mucho abarca poco aprieta".
Cuando somos capaces de delegar
estamos demostrando no sólo que no podemos hacerlo todo y que reconocemos la
necesidad de ayuda, sino que además valoramos la capacidad de los demás, que
muchas veces pueden hacer las cosas mejor que nosotros mismos. Mosheh atendió
el consejo de su suegro, en cuanto a delegar tareas, sin que por ello tal cosa
significara que estaba perdiendo autoridad.
Hoy en día existen muchísimos
líderes que creen ver menguada su autoridad sólo porque están delegando algunas
funciones. Esto es muy "peligroso", pues la concentración de poder
impide que todo se pueda hacer adecuadamente. No olvidemos que hay sabiduría en
la multitud de consejos y que no somos ni infalibles, ni este cuerpo
corruptible es eterno. Es bueno decir que muchas veces el éxito de alguna tarea
reside en el hecho mismo de delegar adecuadamente, lo que nos hace más humildes
y menos egoístas.
No somos omnipotentes; por ello, que
bueno sería que, en una muestra de humildad, fuésemos capaces de delegar
aquello que no estamos en capacidad de realizar solos. Pero que ello no sea por
pereza de hacer las cosas, sino porque en realidad no estamos en capacidad de
hacerlas, al menos en el tiempo en que se requieren.
¿Quieres ser un líder excelente?
Entiende que muchas veces tendrás que delegar; pero cuando lo hagas, hazlo
bien.
Shalom!
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