(MI PUEBLO NO AVANZA POR FALTA DE CONOCIMIENTO… OSEAS 4:6)
MÍA ES LA VENGANZA, YO
DARÉ EL PAGO DICE EL SEÑOR
Leyendo en el libro de
Bemidbar (Números) en el capítulo 16, encontramos que este es uno de los
pasajes más tristes de toda la Torá, pues trata con la rebelión de los hijos de
Coré o Koraj. La lección de la murmuración de Miriam y Aarón y lo que
costó a ambos y por extensión, a todo el pueblo de Israel que estuvo detenido
en su marcha por una semana completa, no fue aprendida. Coré, uno de los
líderes de Israel y primo de Moisés, logró congregar alrededor de sí unos 250
varones de la tribu de Rubén y se levantaron contra Moisés.
Además de ser sacerdotes pertenecientes a la tribu de Leví, los hijos
de Coré querían ser líderes co-iguales a Moshé (Moisés), a quien comenzaban a
descalificar ante el pueblo, murmurando que se enseñoreaba sobre Israel y que
no había cumplido su promesa de introducirlos en la tierra prometida. Y
murmuraban también contra Aarón. Moisés ordena traerlos delante del Tabernáculo
y esperar que el Eterno tomara juicio sobre la rebelión que ya había juntado a
muchos de entre el pueblo. La ira del Señor se manifestó y a no ser por la
intercesión de Moisés, toda la congregación de Israel habría perecido en aquél
día. En todo caso, la tierra tembló y todos los que participaron de este otro
intento de golpe de estado contra Moisés, perecieron al instante sepultados
debajo de un alud de polvo que los enterró vivos en medio del desierto. En
adición, salió fuego del Tabernáculo que consumió a los 250 varones que habían
promovido la sedición entre el pueblo.
Finalmente, el Eterno hizo que todos los príncipes de las tribus de
Israel, trajeran cada uno su vara al Tabernáculo de reunión juntamente con la
vara de Aarón. Al día siguiente, todas las varas siguieron iguales, pero la
vara de Aarón reverdeció y no solamente reverdeció sino que había echado flores
y arrojado renuevos y producido almendras. Entonces YHWH, el Di-s de Israel,
bendito sea, ordenó que esta vara de Aarón que reverdeció y floreció y echó
frutos, fuera guardada como testimonio, junto a la Torá, en el Arca del Pacto.
(Bemidbar/Números 17:1-9)
A este capítulo se refiere Yeshua cuando habla en el libro de Meir
(Marcos) 8:34 basado en las raíces hebreas: “Si alguno quiere seguirme,
niéguese a sí mismo, tome su vara y sígame”. El Señor no habla de tomar la
cruz, pues esa muerte ya la pagó por nosotros. Él nos dice que tomemos la vara,
el poder, la llenura de su Espíritu y lo sigamos.
¿Cuáles son las enseñanzas que tiene este estudio de Números 16, para
cada uno de nosotros, después de 4,000 años de haberse escrito por Moisés?
Muchas, por supuesto, porque la Torá del Señor no envejece, siempre es nueva y
siempre es relevante y como ha dicho el rabí Shaúl (Apóstol Pablo), “Las
cosas que se escribieron antes para nuestra enseñanza se escribieron...” (Carta de Rav Shaúl a los Creyentes en
Italia/Romanos 15:4). De entre las muchas enseñanzas de este estudio,
destacamos solamente dos:
1. EL
REINO DE YHWH, DI-S DE ISRAEL, SE ESTABLECE SOBRE LA BASE DE SU AUTORIDAD COMO
SEÑOR DEL UNIVERSO.
La autoridad del Señor no debe ser desafiada por sus hijos. Tampoco las
autoridades puestas por el Señor. El Apóstol Pablo afirma, que quien se opone a
la autoridad al Señor se opone, porque las autoridades han sido puestas por el
propio Señor. Tarde o temprano, los rebeldes serán castigados y los que
levantan sus murmuraciones contra los siervos de Di-s serán traídos a cuentas
por el Señor. Si queremos establecer el Reino de Di-s, tendrá que hacerse con
hombres y mujeres con temor a YHWH, Di-s de Israel, que se sujetan al Rey de
Israel y a las autoridades por Él delegadas. Mientras no aprendas a sujetarte a
las autoridades establecidas por Adonai, no estarás en condiciones de ser usado
por Él en ningún ministerio. El Señor no respaldará nada de lo que hacemos si
dentro de nosotros hay un corazón rebelde y murmurador.
2. LA
INTERCESIÓN, CUANDO ES AUTÉNTICA, CAMBIA EL CURSO DE LOS ACONTECIMIENTOS
El Eterno estaba dispuesto a destruir toda la congregación de Israel de
en medio del desierto, a no ser por la intercesión del propio Moisés.
Ciertamente que hubo juicio; y que hubo disciplina, pero la intercesión salvó a
Israel de ser desechado completamente. Esto nos muestra el poder de la oración.
Cuando oramos, aun cuando seamos los ofendidos, cuando intercedemos de todo
corazón, el Señor nos escuchará y tendrá misericordia aún de nuestros enemigos.
Pero para que el Señor escuche, nuestros corazones no pueden estar cargados de
resentimientos, odios, celos, envidias y deseos de venganza. El líder Moisés
fue el ofendido no el ofensor, sin embargo, la intercesión del ofendido, con un
corazón limpio delante del Señor, cambió el curso de las acciones y aunque vino
juicio y disciplina, todo el pueblo de Israel fue salvo por la oración de un
hombre que no dejó penetrar en su alma el veneno de la revancha y la venganza.
Sólo con
hombres y mujeres de corazón transparente y libre de raíces de amargura, podrá
YHWH, Di-s de Israel, escuchar desde el cielo e intervenir en los
acontecimientos de nuestras vidas y darnos la bendición de Su respaldo y Su
victoria.
En resumen, esta enseñanza nos está enviando un mensaje muy claro a
cada uno de nosotros, a los cuales nos ha alcanzado el fin de este siglo:
sujeción total al Señor y limpieza de corazón, a pesar de las ofensas de los
enemigos y de los amigos que no tengan la visión suficiente para percibir la
acción del Señor en medio de la historia. Cuando permitimos que las ofensas de
otros se transformen en resentimientos internos de nuestros propios
sentimientos, tendremos la tendencia a tomar las cosas por nosotros mismos y
dejar que el “yo” carnal se imponga sobre el Gran Yo Soy que mora en nosotros
por su Espíritu y que es quien debe controlarnos todo el tiempo.
Es imposible evitar ser ofendidos, es imposible evitar que otros hablen
mentiras contra nosotros, pero cuando ese momento o circunstancia llega,
debemos reaccionar en el poder del Espíritu, porque en definitiva no es contra
ti, sino contra Aquél que te ha puesto en el lugar y en el ministerio que ahora
ocupas, contra quien están murmurando. Pidamos al Eterno, nuestro Padre, un
corazón limpio, un corazón puro, un corazón intercesor, un corazón perdonador,
un corazón que no permita al veneno del odio y el resentimiento destruir
nuestra visión, detener nuestro avance y desviarnos del camino para perder
energías y tiempo que son indispensables para continuar hacia la meta que nos
ha sido trazada.
¿Hay alguien que te ha ofendido? ¿Hay alguien que ha levantado
murmuración contra ti? ¿Hay alguien que ha cuestionado o criticado tu liderazgo
o ministerio? Perdona, intercede, ruega, que el Señor te defenderá y traerá a
luz tu justicia, y tu derecho mostrará como el mediodía.
Dejemos el resto en las manos de Aquél que llama y defiende, afirma y
protege, porque ha dicho:
“Mía es la venganza, yo
daré el pago, dice el Señor”
(Deuteronomio 32:35)
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