Heriberto García Orozco
Reconocer nuestras fallas no es signo de debilidad sino de sabiduría. Pero más sabiduría reviste aún aprender de los errores de los demás para no cometerlos.
Lo sucedido entre Yaaqov y Esav nos muestra que las ofensas no producen buenos resultados, y el temor de Yaaqov ante la posibilidad de encontrarse con su hermano así nos lo revela. Sus engaños del pasado le produjeron temor puesto que sus acciones no fueron precisamente las mejores.
A pesar de todo, la blanda palabra de Yaaqov aplacaron la ira e su hermano y el reencuentro fue, por decirlo así, más que satisfactorio para Yaaqov.
Es de sabios pensar para actuar, y no actuar para pensar. No podemos pretender ayudar al Creador, Bendito sea Su Nombre, con acciones basadas en nuestras propias fuerzas, como ocurrió con nuestro antepasado. Pero hubo tiempo para reparar lo que hizo mal, y de ahí que el nombre de Yaaqov haya sido cambiado por Israel, pues ya poseía en aquel momento la estatura espiritual para hacer frente a lo que habría de venir, que por cierto no sería un jardín de rosas. Pero como un tsadiq que llegó a ser, resistió las pruebas.
No seamos sabios en nuestra propia sabiduría. Aprendamos de los errores para no repetirlos y actuemos siempre sin tratar de ayudar a El Eterno, de manera que Su Luz brille en nuestra vida y nuestro temor sea para Él y no para los hombres.
Shalom!
Reconocer nuestras fallas no es signo de debilidad sino de sabiduría. Pero más sabiduría reviste aún aprender de los errores de los demás para no cometerlos.
Lo sucedido entre Yaaqov y Esav nos muestra que las ofensas no producen buenos resultados, y el temor de Yaaqov ante la posibilidad de encontrarse con su hermano así nos lo revela. Sus engaños del pasado le produjeron temor puesto que sus acciones no fueron precisamente las mejores.
A pesar de todo, la blanda palabra de Yaaqov aplacaron la ira e su hermano y el reencuentro fue, por decirlo así, más que satisfactorio para Yaaqov.
Es de sabios pensar para actuar, y no actuar para pensar. No podemos pretender ayudar al Creador, Bendito sea Su Nombre, con acciones basadas en nuestras propias fuerzas, como ocurrió con nuestro antepasado. Pero hubo tiempo para reparar lo que hizo mal, y de ahí que el nombre de Yaaqov haya sido cambiado por Israel, pues ya poseía en aquel momento la estatura espiritual para hacer frente a lo que habría de venir, que por cierto no sería un jardín de rosas. Pero como un tsadiq que llegó a ser, resistió las pruebas.
No seamos sabios en nuestra propia sabiduría. Aprendamos de los errores para no repetirlos y actuemos siempre sin tratar de ayudar a El Eterno, de manera que Su Luz brille en nuestra vida y nuestro temor sea para Él y no para los hombres.
Shalom!
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