Por: Heriberto García Orozco
En
Shemot 34:26 y Devarim 14:21 está escrito: "No cocerás al cabrito en la
leche de su madre". Este es el mandamiento. No obstante, de acuerdo con
los estudios e interpretación de nuestros sabios de bendita memoria, tal
sentencia es mucho más que lo que el mandamiento dice literalmente.
Se
ha concluido que la mitsvah tiene que ver con el consumo de carnes y lácteos
juntos, pues en el caso de la carne hay relación con la muerte, mientras que la
leche está asociada a la vida (de hecho la Torah es comparada o simbolizada por
la leche), de manera que estos dos alimentos no pueden estar juntos.
Aunque
esto tiene mucho de verdad, es bueno decir que además la ciencia médica ha
llegado a concluir que si se consumen carne roja y leche en la misma comida
habrá consecuencias para el organismo. Quienes consumen, por ejemplo,
hamburguesas que tienen carne y queso, no son conscientes del gran daño que le
hacen al cuerpo.
La
halajah más estricta ha dictaminado que aún no se deben consumir al tiempo
pollo y lácteos; sin embargo, esto es un cerco más cerrado en torno a la Torah,
para evitar a toda costa salirse de ella. Pero tal cosa no está prohibida,
puesto que a aves como el pollo no se les puede extraer leche. Así de simple.
Pero
en esta oportunidad queremos ir un poco más lejos: ¿Qué es un cabrito? Antes de
poner en relieve lo que queremos compartir, es bueno saber que la palabra
"jayah", que se escribe con las letras jet, yod y he, significa ser
viviente o el verbo vivir. Bien, si tomamos aquel pasaje en el cual los buenos
(ovejas) serán puestos a la derecha y los malos (cabritos) a la izquierda (lo
que, según la figura de la palabra jayah es yod en el centro, o sea El Eterno,
a un lado la he, que son quienes tienen el aliento de vida representado por
esta letra, y al otro lado los que están en la oscuridad, o sea joshej, que se
escribe con jet), veremos que los cabritos, optando por una definición
"misericordiosa", son quienes aún no han alcanzado la salvación de
sus almas.
Y
si la leche es la Torah, entonces tenemos ante nosotros una gran revelación para
que nuestra vida sea más cercana a la de un tsadiq: Cocer tiene que ver con
calentar, con someter a un rigor inmenso a algo o alguien. De manera que no
cocer al cabrito en la leche de su madre tiene que ver con NO CASTIGAR O
SOMETER AL RIGOR DE LA TORAH A QUIENES POR IGNORANCIA DESCONOCEN LOS DICTÁMENES
CELESTIALES. Dicho de manera coloquial, "no debemos reprender con
"bibliazos" a los que no son creyentes", pues tal cosa puede ser
más arrogancia que piedad.
Si
tú estás en el camino que lleva a la vida, no reprendas al ignorante con tus
conocimientos de Torah, sino más bien llévale con el amor de tu ejemplo de vida
a los caminos de El Eterno, para que seas parte de la profecía escrita en
Tsefanyah (Sofonías) 8:23.
Yevarejeja
HaShem veyishmereja.
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