Publicado por: Heriberto García
Orozco
"No puedo" es una frase
que se escucha en innumerables ocasiones por parte de muchísimas personas,
cuando se trata de hacer una tarea. Y en no pocos casos tal cosa sucede porque
se ven o se sienten limitaciones que se consideran suficientes para no llevar a
cabo alguna tarea. No obstante, eso que se ve no pocas veces no pasa de ser una
apariencia que engaña, puesto que en últimas las limitaciones están en nuestra
mente, que permea todo nuestro ser.
El diseño con el cual El Creador
nos formó nos demuestra día a día que podemos ser superiores a nuestros retos;
"no puedo" no debe ser una posibilidad, porque El Eterno nos hizo
capaces de hacer lo que debemos hacer; si existe una verdadera y evidente
limitación para emprender alguna labor es porque no fuimos concebidos para
realizarla; pero normalmente este no es el caso.
Existe un adagio popular que dice
que no hay problemas imposibles de solucionar sino hombres incapaces; diríase
más bien negligentes consigo mismos y con los demás. Por tanto, la costumbre de
quejarse porque no podemos hacer algo que en realidad sí podemos hacer, no es
sino el reflejo de cuán está enraizado el mundo con sus pasajeros
ofrecimientos, que nos invitan a creer que todo es fácil y no requiere esfuerzo
de nuestra parte.
El camino hacia el crecimiento
espiritual requiere no poco esfuerzo; pero es de esta forma como se forjan los
tsadiqim. Para ilustrar un poco mejor este concepto esta historia bien vale la
pena tenerla en cuenta: Una vez se le apareció El Creador a un hombre y le
dijo: desde hoy en adelante tu misión será empujar esta gran piedra. Al cabo de
un tiempo se le apareció el diablo y le dijo: Mira que llevas mucho tiempo
empujando la piedra, pero no la has movido ni un centímetro; eres un fracasado,
bueno para nada. El hombre meditó en estas palabras y se sintió muy mal, pues
efectivamente no había movido la piedra; su autoestima bajó considerablemente,
hasta el punto que El Creador se le apareció de nuevo y le preguntó: ¿Qué te
pasa? Él respondió: Me siento un total fracasado, pues no he podido mover la
piedra. El Creador le dijo: Yo te ordené empujar la piedra, NO MOVERLA. Y no
eres un fracasado, pues si te fijas bien, desde que estás empujando la piedra
has adquirido una gran musculatura, que te servirá para realizar grandes
trabajos.
Mosheh mismo sintió que no
servía, pero El Eterno le mostró que no sólo servía, sino que era el único que
lo podía hacer. Tú has sido obsequiado con tesoros valiosos en gran manera;
pero depende de ti aprovecharlos. Por ello, esfuérzate y sé valiente!!! Puede
ser que el camino sea tortuoso, pero al final habrá valido la pena.
Shalom!
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