Por: Rav
Shraga Simmons
1) El
Sitio del Templo Sagrado
El Muro
Occidental es un vestigio sobreviviente del Monte del Templo en Jerusalem, que
fue destruido por los romanos en el año 70 de la era común. El Templo fue el
centro del mundo espiritual, el conducto principal para el flujo de la
Santidad. Cuando el Templo estuvo en pie, el mundo estaba lleno de 'temor
reverente' a Dios y de apreciación por la genialidad de la Torá.
La tradición
judía enseña que toda la Creación comenzó en Jerusalem. El epicentro es el
Monte Moriá, conocido por los místicos como “la piedra irrigadora”. El nombre
Moriá es en realidad un juego de palabras: “Moriá es el lugar desde el cual
emana la instrucción de la Torá (horaá); desde donde emana el temor al
cielo (irá); desde donde emana luz (orá)”.
Es aquí, en
el Monte Moriá, que Itzjak fue atado para ser sacrificado. Y es aquí donde su
hijo Yaakov soñó con la escalera que ascendía al cielo.
Aunque otras
partes del Monte del Templo permanecen en pie, el Muro Occidental es
especialmente querido, dado que es el punto más cercano alKodesh Kodashim (Santo
Sanctorum), el foco central del Templo.
2) Símbolo
Eterno
Nuestros
Sabios profetizaron que aún después de la destrucción del Templo, la Presencia
Divina nunca dejaría el Muro Occidental, y que el Muro nunca sería destruido.
El Muro está provisto con santidad eterna, como declara el Talmud: “Y
Yo haré que tus santuarios queden desolados” (Levítico 26:31) – esto
significa que los santuarios retendrán su santidad aún después de estar
desolados.
Jerusalem
fue destruida y reconstruida nueve veces. Y durante todas, un símbolo
permaneció intacto: el Muro Occidental.
Al
establecer el pacto eterno con Abraham, Dios le prometió que el pueblo judío
nunca sería destruido (Génesis 17:7). De acuerdo a esto, el Muro es un símbolo
del pueblo judío: así como han habido muchos esfuerzos para destruir el Muro y
sigue siendo eterno, así mismo, el pueblo judío ha sobrevivido a sus enemigos y
sigue siendo eterno. El Muro, entonces, se convirtió tanto en símbolo de
devastación como de esperanza.
Como
escribió Mark Twain: “… Otros pueblos han surgido repentinamente y
mantuvieron su antorcha encendida por un tiempo, pero se apagó, y ahora están
en la penumbra, o han desaparecido. El pueblo judío los vio a todos, los venció
a todos… Todas las cosas son mortales menos el pueblo judío; todas las demás
fuerzas pasan, pero él permanece. ¿Cuál es el secreto de su inmortalidad?”.
3) Lugar
de Peregrinaje y Lágrimas
Hace tres
mil años, el Rey David compró el Monte Moriá e hizo de Jerusalem su capital. Su
hijo Salomón construyó el Santo Templo, y toda la nación judía se reunía tres
veces al año en las festividades de peregrinaje.
Jerusalem se
convirtió también en el foco del mundo no judío. Los mapas antiguos muestran a
Jerusalem en el epicentro de Asia, Europa y África. Los no judíos, atraídos por
un poder magnético espiritual, traían ofrendas al Templo. Cuando el Rey Salomón
construyó el Templo, específicamente le pidió a Dios que atendiera las
plegarias de los no judíos que se acercaban al Templo (Reyes I, 8:41-43). En
las palabras del profeta Isaías, el Templo era“una casa de plegaria para
todas las naciones”.
El servicio
en el Templo Sagrado durante la semana de Sucot exhibía el sacrificio de 70
toros, correspondientes a las 70 naciones del mundo. De hecho, el Talmud dice
que si los romanos (quienes destruyeron el Templo) se hubieran dado cuenta de
cuánto se beneficiaban de él, nunca lo hubiesen destruido.
Durante los
1900 años de exilio, los judíos viajaron a Jerusalem con grandes costos y
peligros, sólo para tener la oportunidad de rezar en el Muro. Enfrentándose a
enfermedades, falta de agua y bandidos merodeadores, los judíos se rehusaron a
abandonar Jerusalem. Encarcelados por ley o aniquilados por los Cruzados, los
judíos siempre retornaron.
El Talmud
enseña que cuando el Templo fue destruido, se cerraron todas las puertas del
cielo, a excepción de una: la Puerta de las Lágrimas. En el Muro, los judíos
siempre han vertido sus corazones a Dios. Así se convirtió en el “Muro de los
Lamentos”, por los siglos de lágrimas interminables, derramadas por los judíos
que desean reconstruir Jerusalem.
4) Foco
de las Plegarias
Tres veces
al día, durante miles de años, las plegarias judías de todo el mundo han sido
dirigidas hacia el Monte del Templo.
La tradición
cabalística dice que las plegarias de todo el mundo convergen en este lugar,
desde el cual ascienden hasta el cielo. El Talmud dice: “Si alguien está
rezando fuera de la Tierra de Israel, debe apuntar su corazón en dirección a
Israel. Quienes rezan dentro de Israel, deben apuntar su corazón hacia
Jerusalem. Y quienes están en Jerusalem, deben apuntar sus corazones hacia el
Templo.
A través de
milenios, los judíos que viven en lugares lejanos, han dirigido sus plegarias
hacia Jerusalem. En cada boda judía, el novio rompe una copa para conmemorar la
destrucción del Templo Sagrado. Y cerramos cada Seder de Pesaj con las palabras
resonantes – “El año próximo en Jerusalem”.
Como dijo
Rabí Yehudá HaLeví: “Yo estoy en occidente, pero mi corazón está en el
oriente (Jerusalem)”.
5) Construido
con Amor y Dedicación
Cuando el
Templo estaba siendo construido, el trabajo estaba dividido entre los
diferentes sectores de la población. La construcción del Muro Occidental le
tocó a los pobres, y ellos trabajaron duro para construirlo, ya que no podían
darse el lujo de contratar obreros para que hicieran el trabajo por ellos.
Cuando el
enemigo destruyó el Templo, los ángeles descendieron de lo alto, y desplegando
sus alas sobre el muro, dijeron: “Este Muro, el trabajo de los pobres,
nunca será destruido” (de “Leyendas de la Tierra de Israel”).
6) Sitio
del Heroísmo Judío
Cuando el
Primer y el Segundo Templo fueron destruidos, y durante la revuelta de Bar
Kojba, los héroes de Israel pelearon como leones por cada piedra del Templo.
Cuando los macabeos derrotaron a los sirio-griegos, lo primero que hicieron fue
purificar el Templo y encender la Sagrada Menorá. Ésto ha servido como ejemplo
de la valentía judía desde entonces.
En el
conflicto armado árabe-israelí de 1948, cuando se trazaron las líneas de cese
al fuego, Jerusalem fue dividida y los judíos fueron nuevamente desterrados del
Muro Occidental, permitiéndoles solamente contemplar el Muro desde lejos a
través de un alambre de púas … a través de la interminable extensión del
tiempo.
En la guerra
de los Seis Días, los paracaidistas israelíes entraron a la Ciudad Vieja de
Jerusalem a través de la Puerta de los Leones. “¡Har Habait beiadeinu!”, -
resonaba el cántico triunfante-“¡El Monte del Templo está en nuestras manos!”.
Entre sonidos de shofar, adultos lloraron y bailaron en el Muro Occidental.
Después de 2000 años, Jerusalem estaba finalmente unificada bajo control judío,
con acceso libre para todos.
El Muro
Occidental no es meramente un valor histórico. Es la raíz judía – la raiz más
profundas que cualquier pueblo tenga. En otra parte, andamos a tientas para
obtener comprensión. En el Muro Occidental, mientras empapamos el Muro con
nuestras lágrimas y derretimos las piedras con nuestros besos, logramos claridad
y definimos quiénes somos, la nación eterna de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario