Desafortunadamente, vivimos en un
mundo de vanidades, el cual ha creado un engañoso sentido de la apariencia como
un sustituto de la verdad. Donde quiera que las mujeres vayan, ellas se fijan y
admiran las miradas de los hombres. Ellas ven que es su apariencia exterior la
cual atrapa la atención y admiración de los hombres y eso les da la impresión
de que realmente importa como lucen.
Qué mentira! Haciendo alarde de
su apariencia, una mujer no solo enfurece a Di-s, si no que pierde también su
dignidad. Cualquier hombre honesto admitirá que él no respeta a una mujer que viste
o actúa inmodestamente. Sí, el puede ser atrapado por ella y desearla, y sí,
tal vez coquetee con ella con el fin de ganarla. Una emoción barata no tiene
nada que ver con un respeto genuino. En realidad, es lo completamente opuesto -
es el deseo lujurioso de la Mala Inclinación.
El adulterio es la fuerte
Inclinación al Mal que tiene el hombre. Comienza por sus ojos, porque el hombre
tiene problemas en ignorar lo que alardea frente a ellos. Cuando ellos ven a
una mujer, no importa como ella luce, ellos tienen la tendencia a desearla. Tan
solo un momento después de contemplarla, ellos la olvidarán si es que llegan a
conocer otra mujer. Así, crédulamente en vano la mujer abandona su verdadero
honor por una falsa y superficial admiración de una adulación engañosa.
Posteriormente ella es abandonada como un pañuelo desechable, tan pronto como
él conoce a otra mujer.
La atención que una mujer
consigue por medio de una vestimenta o comportamiento inmodesto no tiene valor
alguno. La única mujer que es realmente respetada por los hombres es aquella
que guarda su modestia. Por eso las mujeres deben hacer un gran esfuerzo
comprometiéndose a actuar con modestia. Actuando así, merecerán verdadero
respeto y bendiciones sin límites.
Por: Rabino Shalom Arush.
No hay comentarios:
Publicar un comentario