Parábola
y enseñanzas jasídicas. Selección extraída del libro "Bajo la Mesa y Cómo
Subir de Allí" por Avraham Greenbaum, © Breslov Research Institute.
¿Qué es el
alma? La naturaleza intrínseca del alma en su estado no corporal, está más allá
de nuestra comprensión, mientras vivamos en este mundo. El alma se origina más
allá de este mundo, mientras que nosotros nos hallamos en él, siendo nuestras
mentes y patrones de comprensión también mundanos. Dado que los poderes del
alma son disminuidos al entrar a este mundo, no podemos conocer respecto de su
naturaleza intrínseca a partir de la manera en la cual ella se nos aparece. Del
alma suele decirse que es "eterna," "espíritu Puro", etc.
Pero sólo nos es posible tener una vaga noción de lo que esos términos
realmente significan.
"Lámpara
del Señor es el alma del hombre, que escudriña todos los rincones del
cuerpo." (Proverbios 20:27). Como hemos visto, la Divinidad es llamada,,
metafóricamente, luz. El alma es llamada "lámpara," pues es una
pequeña chispa de la luz de Dios, "una parte del Dios de arriba" (Job
31:2). En su esencia intrínseca, el alma es parte de Dios: se halla, en última
instancia, enraizada en la unidad perfecta de Dios. Pero es voluntad de Dios
dar al alma una existencia independiente y separada con la finalidad de
probarla y permitirle retomar El, fundiéndose entonces en Su unidad a un nivel
más elevado aún. Este es el destino último del alma. Tal como una vela se eleva
para unirse con un fuego mayor, así el alma anhela retomar a su Fuente.
Este
oscurecido mundo, al cual es enviada el alma, es un "vientre," un
lugar de desarrollo y crecimiento. Es una preparación para el eventual
"nacimiento" del alma ámbito espiritual superior. Ámbito al que
asciende luego de la muerte del cuerpo. Con el fin de proveer las condiciones
necesarias para la prueba, este mundo fue creado como un, lugar bien diferente
del ámbito espiritual eterno. Y dado que este mundo es físico y temporal, el
alma sólo puede habitar en él dentro de un cuerpo físico y temporario, con sus
propias, necesidades y deseos. Y esto es lo que crea las condiciones para el
desafío del alma.
Para poder
cumplir con su trabajo espiritual, el alma necesita del cuerpo como vehículo
para operar en y sobre el, mundo físico y finito. El cuerpo se halla
espléndidamente diseñado para cumplir una interminable cantidad de actividades.
Usando el cuerpo como un medio, el alma es, capaz de formar estructuras, en el
mundo físico, que revelen la Divinidad oculta bajo la superficie. (Así, muchas
de las mitzvot prácticas conllevan el uso de objetos físicos, tales como
pergamino y cuero en los rollos de la Torá, Tefilin y Mezuzah, o vegetales,
como en el caso del Lulav y el Etrog, etc, con el fin de manifestar la
soberanía de Dios sobre el mundo). Estas actividades traen Divinidad al alma
misma, beneficiándola para cuando deje este mundo y retorne a los ámbitos
espirituales superiores. Para cumplir con su misión espiritual en este mundo,
el alma debe dominar al cuerpo, usándolo para propósitos Divinos.
Pero el cuerpo
es de este mundo, y a los efectos de su supervivencia, tiene variedad de
necesidades materiales propias. Es posible satisfacer todas las necesidades
reales del cuerpo de una manera pura y santa, y de hecho, el propósito del alma
es hacer esto, como de un medio para manifestar la soberanía de Dios. Pero,
satisfacer nuestras necesidades físicas básicas, como alimento, vestimenta,
refugio, procreación, etc., conlleva una cantidad de actividades que consumen
tiempo, y cantidad de relaciones que pueden distraernos y alejarnos con
facilidad de nuestros objetivos espirituales.
Para
intensificar aún más el desafío del alma, el cuerpo se presenta como fuente de
un conjunto de atracciones materiales y de deseos que van más allá de lo
necesario para sobrevivir. Y éstos no sólo le impiden al alma cumplir con su
misión, sino que pueden llegar, incluso, a alejarla de ello por completo.
¿Qué comida, y
en qué cantidad, es necesaria para una buena nutrición? ¿Cuándo es que el deseo
de comer se vuelve excesivo? ¿Cuánto necesitamos dormir y cuánto nos gusta ser
perezosos? ¿Hasta dónde el trabajo es en pro de una vida decente y una genuina
seguridad, y cuándo se toma una carrera obsesiva detrás de fantasmas? ¿Cuándo
el deseo sexual es natural y deseable, y cuándo se vuelve una pasión que
desborda la mente y destruye la vida? ¿Hasta qué punto una persona debe ser
obstinada y hasta dónde la persecución de los propios intereses y legítima
autodefensa se transforman en hambre de poder y agresión? Y más y más...
En todas las
áreas de la vida material, la frontera entre lo que es necesario y lo excesivo,
es muy vaga. El cuerpo por naturaleza, se deja arrastrar más y más,
sobrepasando el límite. Las tentaciones materiales del entorno, y nuestra
urgencia interior para ir detrás de ellas, oscurecen el "vientre," es
decir este mundo, perturbando sus intrincados pasajes con toda clase de
trampas, obstáculos y callejones sin salida. La tarea del alma, la
"lámpara de Dios," es hacer brillar la luz y la sabiduría Divinas en
estos pasajes, para distinguir así entre lo que es bueno, necesario y benéfico,
de aquello que es excesivo, dañino y maligno.
El
Nefesh
Nuestros Sabios enseñan que el alma
consiste de tres partes primordiales: neshamá, ruaj, y nefesh. De estas tres, neshama es la más alta: es la fuente última de
todos los poderes de nuestra alma, tal como aparecen en este mundo. Pero ella
misma no se manifiesta directamente aquí. Permanece unida a Dios en un plano de
puro espíritu. Es el nefesh el que viene a este mundo, residiendo en el cuerpo,
y animándolo. El nefesh se conecta con la neshama mediante el ruaj, que es una
especie de "canal" espiritual, a través del cual la vitalidad Divina,
potencial, fluye desde la neshama hacia el nefesh.
Cada uno de
nosotros es un ser separado, independiente, pensante y sensible. No somos
objetos, sino sujetos, experimentando y respondiendo al mundo
que nos rodea y al rico ámbito interior compuesto por pensamientos,
sentimientos, emociones, instintos, impulsos, voliciones y deseos. El sujeto
que experimenta todos estos estímulos y que actúa en concordancia, el Yo, el
ego, es el nefesh.
El nefesh se
manifiesta como la pluralidad de facultades físicas y mentales tal como se nos
dan para nuestra vida en este mundo, desde las más espirituales y trascendentes,
hasta las, más materiales y mundanas. Es el nefesh quién nos da la sensación de
existencia como seres independientes, con varios niveles de conciencia, y de
nuestra auto percepción interior, de nuestro cuerpo y de nuestro entorno. El
nefesh es la fuente de nuestras facultades de lenguaje, razonamiento,
sentimiento, memoria, imaginación y creatividad, y de nuestra habilidad para
concebir objetivos, formular planes y ejecutarlos. También es mediante el
nefesh que las necesidades de nuestro cuerpo entran a nuestra conciencia en
forma de instintos y deseos.
El nefesh no
es una entidad estática que nos alimenta de impulsos y respuestas pre
programados. Nuestras facultades no están del todo desarrolladas al nacer, y no
permanecen estáticas a lo largo de nuestras vidas. Quizás sea mejor
caracterizar al nefesh como potencial. Potencial que podemos actualizar en
mayor o menor medida y en variedad de diferentes direcciones, a lo largo de
nuestras vidas. La manera específica en que nos actualicemos, depende de muchos
factores diferentes, incluyendo el cuerpo físico y los poderes innatos de los
que estamos dotados; del ámbito material, familiar, social y cultural, en los
cuales hemos crecido y vivido; de la variedad de influencias a las que hemos
estado expuestos, a nuestras experiencias de vida, y a todas las diferentes
elecciones que hemos realizado a lo largo de nuestras vidas.
Así, pues,
nuestra facultad más importante es la habilidad de concebir objetivos y
perseguirlos a través del accionar adecuado. De esta forma actualizamos nuestro
potencial. El mundo que nos rodea presenta toda clase de opciones,
posibilidades, sugerencias e imperativos, a los cuales respondemos de manera
única e individual, desarrollando nuestros propios objetivos y ambiciones, desde
los más simples e inmediatos, hasta los más grandiosos y elevados. La mayor
parte de la vida mental está compuesta de una sucesión de pensamientos,
imágenes, proyectos, planes, esperanzas y sueños de cosas que nos gustaría
alcanzar, que van desde lo práctico y posible hasta lo salvajemente fantástico.
Todo objetivo
comienza como una idea que puede ser clara o nebulosa. Para realizar un
objetivo particular, la idea que está detrás de él debe ser desarrollada y
trabajada. La fuerza motriz que produce la transición de lo potencial a lo
actual es la voluntad. A través del poder de la voluntad,
tomamos el control de las facultades necesarias para obtener lo que queremos:
facultades como el razonamiento, la emoción, la ejecución física, etc. ¿Cuál es
nuestro objetivo, y cuán motivados estamos para alcanzarlo? ¿Cuánto queremos lo
que queremos? ¿Lo anhelamos suficientemente como para realizarlo? La voluntad
es la verdadera esencia del nefesh.
La
Batalla de Las Voluntades
Si tuviéramos
una mente unitaria, podríamos alcanzar nuestros objetivos sin lucha interior.
Pero no es así. Uno desea estar en forma y sano, pero le gusta comer todos los
alimentos incorrectos. Se desea estudiar, pero se está cansado y se prefiere
reposar, o leer el diario o una novela. Uno querría ahorrar dinero para algo
importante, pero no puede resistir el atractivo de un buen precio o de un
pequeño lujo. Uno quiere ser caritativo y bueno, pero termina siendo egoísta e
irascible. Y así.
El desafío que
nos enfrenta en este mundo emana de nuestra falta de unidad mental. Cuánto más
desarrollamos el lado espiritual del nefesh, más recibimos de la neshama,
permitiéndonos así, elevamos a niveles de Divinidad cada vez más altos. Pero a
cada paso del camino nos tentamos con distracciones materiales, y a veces las
cosas que queremos se contraponen entre sí, y nos encontramos arrastrados hacia
diferentes direcciones.
Aunque
sintamos que todos estos deseos y contradicciones provienen de nuestro
interior, que todos ellos parecen igualmente -nuestros- es importante
comprender que provienen de dos polos del nefesh, fundamentalmente opuestos. La
mayoría de la gente se ve a sí misma como una unidad, el Yo. Pero, de hecho, el
nefesh es de naturaleza dual. El nefesh es la interface de dos planos opuestos
de nuestro ser.
A través del
nefesh, el alma superior se esfuerza en seguir las oportunidades espirituales
del mundo que nos rodea, practicando las mitzvot. La neshama busca dirigir las
diversas facultades del nefesh, intelectuales, emocionales y físicas, para
cumplir así con su misión. Por otro lado, las atracciones materiales del mundo
circundante excitan al yo inferior, el que se esfuerza entonces por dirigir
esas mismas facultades en persecución y gratificación de sus deseos.
Así entonces,
se pueden distinguir dos fuentes distintas en el origen de la voluntad del
nefesh: una, que lleva hacia las aspiraciones y objetivos espirituales, y que
deriva de la neshama, y la otra que arrastra hacia la satisfacción material y
el placer, y que está enraizada en el cuerpo. La literatura de la Torá se
refiere a veces a cada uno de estos polos con la palabra nefesh, o alma en sí
misma, siendo respectivamente: el Alma Divina y el Alma Animal. Comúnmente se
las llama elIetzer HaTov y
el Ietzer HaRa, es decir la Buena y la Mala inclinación.
En nuestra historia se hallan simbolizadas por el Príncipe real y el inflado
yo-Pavo que lo ha dominado.
La palabra
Ietzer deriva de la raíz Hebrea iatzar,
que significa formar o construir. La formación a la que hace referencia es la
del yo actualizado, la persona que uno deviene a través de las acciones que
elige. La formación comienza con la concepción, el pensamiento y la motivación.
El Ietzer es la, fuente de los pensamientos, sentimientos e impulso, orientados
en una dirección particular. El Ietzer HaTov es la fuente de aquellos impulsos
dirigidos hacia el Bien, en el sentido absoluto del término, aquel bien que es
verdaderamente Divino y que se halla en concordancia con nuestro objetivo
último. El Ietzer HaRa es el origen de todas nuestras urgencias por aquellas
cosas que nos arrastran lejos de nuestro objetivo último, desde los deseos
físicos más crudos, hasta las delicias más sofisticadas del mundo social y
cultural.
Aunque en su
raíz ambos Ietzer son opuestos, mientras el alma está unida al cuerpo, estos
dos polos del nefesh se hallan entremezclados en una unidad indiferenciada.
Ambos hablan dentro nuestro con el pronombre "Yo." En general
experimentamos el fluir de la conciencia como un tejido continuo y unitario,
pero, de hecho, todos nuestros pensamientos, sentimientos, impulsos y
reacciones, derivan de uno de los dos lados separados del nefesh, tal como se
desarrollan en el curso de nuestras vidas. Son la fuente del yo, y el origen de
los múltiples y conflictivos pensamientos, sentimientos, impulsos y
aspiraciones, todos "nuestros." Las Almas Divina y Animal hablan,
ambas, dentro nuestro con nuestra propia voz interior, dialogando,
argumentando, luchando...-Yo pienso esto..." "pero siento que...
"Debería hacer esto..." "pero quiero hacer aquello...,"
etc.
Los dos Ietzer
son nuestro yo potencial, el superior y el inferior. Cuál de ellos seremos,
depende de cómo respondamos a sus diferentes impulsos. Una idea, sentimiento o
impulso llega a la mente: ¿debemos quedarnos con ella, desarrollarla y dejar
que nos dirija, hasta que terminemos actuando de acuerdo a ella? ¿O debemos
ignorarla, dejarla pasar, rechazarla o inclusive eliminarla a la fuerza? Cada
decisión que tomamos tiene un efecto en el equilibrio entre los dos Ietzer, y
sobre el curso que tomará en el futuro la lucha entre ellos. Y la persona que
devenimos será un compuesto de todas las elecciones que hagamos durante
nuestras vidas.
Avraham
Greenbaum